Lecciones de Sun Tzu y Nicolás Maquiavelo sobre el liderazgo
Ya sea asumiendo el control de una empresa o simplemente convirtiéndose en un mando intermedio, los empleados suelen encontrar difícil la transición de seguidor a líder. Los grandes líderes rara vez nacen, sino que se crean mediante un riguroso proceso de prueba y error. Los grandes líderes crecen en sus funciones y se mantienen dedicados a su misión, independientemente de los costes personales.
Sun Tzu y Maquiavelo fueron los maestros del liderazgo, y sus filosofías, a través de sus respectivas obras maestras -El Arte de la Guerra y El Príncipe-, han enseñado a generaciones de líderes los fundamentos para ser un líder eficaz, y sus filosofías siguen siendo válidas hoy en día en el despiadado entorno corporativo de alto nivel. De sus lecciones, varias son de suma importancia para el aspirante a líder de hoy.
En primer lugar, la coherencia es la clave de todas las decisiones de liderazgo. Establecer las reglas y cumplirlas al pie de la letra es la base principal para establecer un liderazgo eficaz y probado en el tiempo. Muchos directivos han fracasado por no cumplir sus propias normas o por hacer la vista gorda ante las indiscreciones de los empleados favorecidos. Una vez fijadas las normas, hay que hacerlas cumplir sin miramientos y con mano de hierro. Cuando la coherencia en los castigos desaparece, la credibilidad del líder se ve comprometida y su eficacia como líder disminuye. Cuando los empleados se dan cuenta de que incluso el líder está sujeto a las reglas, entonces se alinean.
La inmortal (y a menudo denostada) frase de Maquiavelo, “Es mejor ser temido que amado”, es otro pilar del liderazgo eficaz. Aunque a menudo es el camino más fácil ser amigo de los empleados, casi nunca es el camino eficaz. Mezclar las relaciones personales con las funciones de liderazgo suele ser un error fatal que cometen los líderes, y sólo sirve para nublar el juicio cuando hay que tomar una decisión importante, como deshacerse de empleados ineficientes. Los directivos que desean evitar enfrentamientos también “miman” a sus empleados restando importancia a las transgresiones, una mala elección de liderazgo que a menudo compromete el poder de gestión del líder.
La cita de Sun Tzu: “Si las tropas asedian una ciudad amurallada, sus fuerzas se agotarán” es también de importancia primordial para los líderes eficaces. Los líderes eficaces no desperdician sus recursos en objetivos inalcanzables. Establecen objetivos realistas y centralizan las prioridades de los empleados. Si sus empleados “asedian una ciudad amurallada” asumiendo una carga de trabajo demasiado elevada o persiguiendo proyectos sin salida, la moral caerá en picado. Según Sun Tzu, una moral alta es la clave del éxito de cualquier líder. Hablando de moral, el líder eficaz sigue la regla militar para los comandantes: el líder siempre conoce el plan, incluso cuando no tiene la menor idea. Sus empleados buscarán en usted todas las respuestas, y si les revela sus frustraciones o su indecisión, le perderán el respeto a usted y a la empresa. Es extremadamente importante asegurar siempre a sus empleados que usted sabe lo que le espera a la empresa, a pesar de sus propias reservas personales. Los líderes eficaces también saben cómo levantar la moral en los momentos apropiados, sin que esos eventos parezcan artificiosos, como las reuniones o eventos de la empresa.
Las reuniones eficientes también deberían ser una prioridad para un aspirante a líder. Las empresas suelen celebrar muy pocas o demasiadas reuniones. Hay que encontrar la frecuencia correcta de las reuniones para la empresa, no tan pocas como para provocar una mala comunicación, pero tampoco tantas como para distraer a los empleados de su trabajo. Unas agendas claramente definidas y programadas de forma eficiente que se ciñan al tema son un pilar del buen liderazgo. Los empleados que se pongan a charlar demasiado durante las reuniones con comentarios fuera de tema deben ser contenidos, y establecer un límite de tiempo en piedra -por ejemplo, una hora- hará que los empleados te respeten más como un líder eficiente que respeta su tiempo.
Por último, el lema de Maquiavelo, “El fin justifica los medios”, debería ser el mantra de cualquier líder empresarial eficaz. Como líder de una empresa, su misión es alcanzar los objetivos fijados por su compañía. En el caso de una gran empresa que cotiza en bolsa, esto es aún más importante, ya que los accionistas pueden hundir rápidamente la capitalización bursátil de su empresa si no cumple con los beneficios previstos. Como líder, es su deber mantener la vista en el premio, tomando decisiones difíciles y haciendo sacrificios cuando sea necesario para alcanzar el objetivo fijado. A menudo es un camino solitario, pero el camino de un verdadero líder rara vez está lleno de amigos.