Objetivo vs. Subjetivo

Aunque no parezca intuitivo, la batalla de la toma de decisiones objetiva frente a la subjetiva aparece a menudo en la inversión.

Lo subjetivo se refiere a las perspectivas, sentimientos u opiniones personales que entran en el proceso de toma de decisiones.
Lo objetivo se refiere a la eliminación de las perspectivas subjetivas y a un proceso que se basa exclusivamente en hechos concretos.

Bien, ¿cómo influye esto en la inversión? Los inversores deben abordar la inversión de forma puramente objetiva y tomar sus decisiones basándose en un análisis riguroso de los hechos. Es de esperar que un inversor realice algunas diligencias sobre sus opciones de inversión y que, una vez hechas, simplemente seleccione la opción con la mejor rentabilidad o que mejor se adapte a sus objetivos. Aunque esto parece sencillo, en la práctica es mucho más difícil, ya que los inversores se ven influidos por las percepciones de las empresas, tanto las públicas como las propias, así como por su simple “intuición” de una empresa.

Para algunos inversores esto funciona bien, ya que eligen al ganador que nadie vio venir. Para otros, se comprometen con una inversión por razones equivocadas y eso les quema. Los inversores también tienen dificultades para ser objetivos una vez que han realizado una inversión. Una acción sufre un golpe y se deshacen de ella a toda prisa, o una acción se revaloriza y se aferran a ella aunque baje porque recuerdan ese buen rendimiento. El objetivo de la inversión es comprar a bajo precio y vender a alto precio, y cualquiera de los dos procesos mentales mencionados anteriormente frustran ese objetivo.

A la hora de tomar decisiones de inversión, siempre es importante asegurarse de que se piensa y se considera si se está dejando que los pensamientos subjetivos se introduzcan en el proceso.



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